#MujeresQueEscriben

rocio-cortina-mujeres-que-escriben

Improductiva

Dejé la cama sin tender, las plantas secas, los platos del mediodía en la pileta con aspecto de fiesta acabada. Dejé mensajes sin contestar, la planificación de una clase a medias, el llamado trunco, las quejas se suspendieron en un silencio oriental. Dejé esos textos tan interesantes, los discursos urgentes de Twitter Argentina y los dos libros que esperan sobre el escritorio hace semanas.  

Me dejé y me puse a escribir. 

Parar esta porción ínfima del planeta es desafiar al FOMO, esa sigla tan actual que significa Fear of missing out (el miedo a perderse las cosas) y darle paso al JOMO, esa otra sigla tan actual que significa Joy of missing out (la alegría de perderse las cosas).

En su libro Inundación, la cordobesa Eugenia Almeida reflexiona: «Todo lo que tiene de potencia la escritura es algo que sucede mientras. No antes ni después». 

La escritura es el presente. La voluntad de orden, cualquier tipo de orden exterior, podría ir contra ella. Una puede pasarse la vida nadando contra la corriente de la distracción e ignorar (peligrosamente ignorar) que unas cuantas veces esa distracción podría hacer que la corriente de la escritura se desate. 

Me enseñó una amiga que según la sabiduría chamánica, lo no necesario hace que lo necesario se cumpla. La muerte, según la sabiduría chamánica, acecha en todo momento pero los hombres y las mujeres somos zombies en la tierra, pensamos que somos eternos. 

Lo eterno, quizás, sea la escritura: lo que permanece. 

Pienso en la historia de Agota Kristof, La analfabeta. En un texto corto, autobiográfico, la autora húngara narra su inmigración a Suiza durante la guerra y qué significó la lectura y la escritura para ella: primero un refugio, más tarde un oficio, siempre un registro.

Sin embargo, a Agota Kristof el entorno le achacaba la improductividad del gesto: “Hay miles de cosas más útiles, ¿no? (…) Incluso ahora, por la mañana, cuando la casa se vacía y todos mis vecinos se van a trabajar, tengo un poco de cargo de conciencia por instalarme en la mesa de la cocina a leer los diarios durante horas en vez de… fregar los platos del día anterior, ir de compras, lavar y planchar la ropa, hacer mermeladas o pasteles… Y, ¡sobre todo!, en vez de escribir.”

 

8 comentarios en «Improductiva»

  1. Qué momento, el de sentarse a escribir. Me siento identificada con Agota Kristof. ¡Hermoso aguafuerte! Y dan ganas de leer esos dos libros mencionados (que ya están en mi lista, obvio).

  2. Muy lindo Rocío. Es la primera vez que te leo creo.
    Creo que la última parte es la que debemos revertir, darle otro final, el oficio de escribir es un oficio, un trabajo como cualquiera con su retribución presente o futura y no necesariamente en dinero. Escribir hasta la hora de comer e ingresar a la cocina y ver quién más se anota en la tarea. No siempre nosotras. Podríamos poner turnos semanales de cada cosa no?
    es un texto hermoso! que el entorno no opaque la necesidad de escribir, poner en orden las ideas y hacer un poema.
    cariños

    1. Gracias por la lectura, Verónica. Coincido, claro que se trata de un oficio. Y la distribución de tareas, qué importante lucha. Un abrazo.

  3. Muy lindo Rocío. Es la primera vez que te leo creo. Creo que la última parte es la que debemos revertir, darle otro final, el oficio de escribir es un oficio, un trabajo como cualquiera con su retribución presente o futura y no necesariamente en dinero. Escribir hasta la hora de comer e ingresar a la cocina y ver quién más se anota en la tarea. No siempre nosotras. Podríamos poner turnos semanales de cada cosa no? es un texto hermoso! que el entorno no opaque la necesidad de escribir, poner en orden las ideas y hacer un poema. cariños

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *