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¿Por qué escribir diarios?

Por Rocío Cortina

El diario de escritura suele estar muy ligado a nuestra infancia. Muchas de nosotras, poco después de aprender a escribir, recibimos como regalo el diario íntimo con candado, perfumado, con stickers y sus derivados. 

En tiempos de aislamiento físico debido a la pandemia que nos toca atravesar, el diario fue más que nunca una forma de explorar la subjetividad. 

Aunque suele sorprender, esta práctica es considerada un género literario en sí mismo. Y en tanto tal, el diario escritura tiene las siguientes características:

-En un  texto “democrático”. Lo lleva adelante la escritora consagrada, la escritora principiante, incluso quien no escribe nunca.

-Es un espacio de experimentación. Allí quien escribe puede dejar ideas sin terminar, divagar, narrar en una extensión corta o larga. No hay que rendirle cuentas a nadie. Son espacios donde podemos dedicarnos a entender nuestras ideas y motivaciones.

-Nos conecta con la creatividad. A veces para sacar tristezas o enojos, para hacer catarsis, para entender. Otras, para dejar registro, para estimular la memoria, para aclarar pensamientos, para transitar momentos de incertidumbre como el actual.

-Son frecuentemente entendidas como “escrituras del yo”: al compartir el diario con otres, se produce un movimiento del mundo de lo privado al mundo de lo público. En este proyecto nos proponemos debatir entonces qué implica ese pasaje.

El diario puede considerarse un género limítrofe con la autobiografía, un primo cercano. En ambos prevalece la escritura en primera persona (yo). 

¿Qué las diferencia, entonces? En la elaboración de la autobiografía hay una construcción y a la vez reconstrucción de la vida de quien escribe, muchas veces en orden cronológico. En cambio, en la escritura de un diario existe una suerte de inventario del día a día, de lo cotidiano. Y esta no se recompone, no se ordena, siempre se registra en tiempo presente y con cierta desprolijidad que hace al género.

Claro que las características mencionadas pueden verse alteradas cuando el diario se propone editar y publicar como objeto libro, como producto cultural. En ese punto se evidencia el pasaje de la escritura del mundo privado a la esfera pública. Es decir que comienza a pensarse en un lector o lectora ideal. 

Para cerrar esta nota, vale recordar algunos ejemplos de diarios de escritoras que han sido publicados y que aún hoy son muy leídos:

-Ana Frank. La adolescente alemana escribió diarios entre 1942 y 1944,​ años en que permaneció oculta de los nazis, con su familia judía, en Amsterdam. Su familia fue descubierta y tiempo más tarde esos cuadernos se convirtieron en testimonio histórico y literario.

-Katherine Mansfield. La escritora neozelandesa llevó notas durante el deterioro de su salud. Algunos temas que aparecieron en ellas son el trato con el personal doméstico que la asistía, una relación de pareja en la cual se sentía sola, la muerte de su hermano, el avance de la Primera Guerra Mundial.

-Susan Sontag. La escritora norteamericana ha dejado notas acerca de su ideología, sus amores y su vida intelectual en un material que ha sido publicado luego en distintos tomos: “Renacida, los diarios tempranos” (1947-1964) y “La conciencia uncida a la carne” (1964 a 1980.)

 

 

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