#MujeresQueEscriben

clases-de-escritura

Indómita, la vuelta al pago, de María Lucila Quarleri, es una obra teatral protagonizada por una mujer joven que regresa al pueblo de su infancia en la Pampa húmeda. 

A partir de esta sencilla consigna, Indómita nos lleva a conocer los deseos, dolores y soledades de Bianca y su plan: pasar a retiro a un gaucho que abusó de su inocencia infantil.    

El texto que Quarleri llevó a escena en el Teatro del Pueblo (se puede ver todos los domingos de noviembre a las 17 hs) fue originalmente un cuento, entre otros que tenía escritos. 

“La historia original partía de los desmanes sexuales de Bianca en distintos lugares del mundo: Seattle, Panamá, Berlín, Bragado, Junín. La última historia es la de Bianca volviendo al pueblo de su infancia”, explica su autora, quien en 2020 también publicó la novela epistolar Nunca me dejes de responder (Editorial Bombal), junto a Estefanía Enzenhofer. 

¿Cómo fue el proceso de escritura de la obra?

Escribí la historia finales de 2018, luego me enfermé, estuve seis meses para recuperarme, no volví a tocar el material, lo dejé reposar. También, después de eso le empecé a tener más respeto al feminismo, porque sentía que algo de ese enojo feminista me podría haber enfermado, era un pensamiento culposo. Y un poco antes de la pandemia, empezamos a ensayar. 

En los cuentos de Bianca aparecían geografías random, que la atravesaban. Su pulsión era lo erótico en un sentido amplío. Yo había leído un ensayo de Audre Lorde sobre el poder del erotismo y cómo el patriarcado nos quitó eso. Y un deseo mío era que el personaje se corriera de los arquetipos con que el cine y el teatro representó siempre a las mujeres. La pensé a Bianca yendo a un lugar sin saber por qué, y en ese proceso de ir, se da cuenta de que ella necesita venganza. 

La pregunta que yo tenía es por qué da tanto miedo que la mujer sea violenta. La violencia es también para mí un acto erótico. Tiene una fuerza inmensa. Pero está mal vista en las mujeres, pero creo que es lo que nos ayuda a levantarnos cuando no podemos. Estando enferma, en la cama, muchas veces lo que me motivaba era mi propia violencia, mi propia fuerza. 

¿Qué desafíos tuviste al llevar este cuento al teatro?

A los ensayos con la actriz, Maia (Lancioni), y con Maricel Aguirre, la escenógrafa, se sumó Cintia (Miraglia), directora con mucha experiencia, yo confiaba en su criterio. Ahí empezamos a hacer ciertas negociaciones, eso es clave para encauzar la puesta en escena. Cintia propuso que hubiera música, y se sumó Cata Telerman. Con ella se resolvieron un montón de problemas del texto, que es muy descriptivo y tiene ciertos momentos donde hay una imagen tras otra, muy cinematográfico. Con el sonido, Catalina remarcó ciertos momentos, que el bombo sonara más fuerte en una escena, cuando había ciudad, sonidos de ciudad, cuando había campo, sonidos de campo. Con la llegada de la escenografía se terminó de armar todo: mucha madera, las sillas pequeñas, el caballo pequeño, el árbol también. Entonces, por un lado vemos esa niñez en escena, pero también vemos el cuerpo de una mujer adulta que está contando algo de su niñez. 

¿Hubo textos que escribiste especialmente para la obra? ¿Algunos otros quedaron afuera?

Cintia también me pidió algunos textos de transición para la obra, que originalmente no estaban. Yo los iba escribiendo y los probábamos en escena. También hubo textos del original que no aparecieron, los extraño un montón, pero es parte del proceso de la escritura teatral: aceptar lo que no entra en el trabajo final. Eso puede ser frustrante, también. Porque la directora prueba mil maneras creativas para que el texto entre, pero no funciona. Y ese mismo texto que yo escribí, estaba siendo expulsado. Eso es muy de la dramaturgia. Es precioso. Porque la escritura teatral es para la escena, y la escena tiene exigencias, pedidos, deseos, muy distintos al texto muchas veces. Ahí hay una disputa que es el problema principal de la dramaturgia, o del teatro, y que a mí me encanta.

Actualmente Quarleri finaliza una diplomatura de Dramaturgia en la EMAD, con Mauricio Kartun. “Estudiamos a muchas autoras y autores pero también tuvimos mucho taller, salgo de ahí con tres obras de teatro escritas.” Entre sus próximos desafíos, tiene en mente publicar los cuentos protagonizados por Bianca y trabajar con la novela Pantalones Azules, de la autora argentina Sara Gallardo. “Me encantaría adaptarla al teatro”, admite.  

Texto: Rocío Cortina

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *