Por Rocío Cortina
El cine es una fuente de inspiración cuando nos embarcamos en un proyecto narrativo. Es un capital sentarse a ver una película con “ojos analíticos”, y pensar en el conflicto del relato, la trama, los puntos de giro, la construcción de los personajes, la resolución.
Muchas veces, al iniciar los talleres de escritura hablamos de películas o series que estamos siguiendo. En nuestro club de lectura cruzamos libros con películas, atendiendo a obras que tocan los mismos temas o que incluso fueron llevadas de la literatura al cine.
Pero, ¿qué tienen en común la literatura y el cine? Que cuentan historias. En el cine lo hacemos a través de imágenes visuales, en movimiento y con sonidos. En la literatura, nuestra tarea es construir esas imágenes a través de la palabra.
Un ejercicio
Para hacer consciente esta vinculación, les propongo un ejercicio:
-Deténganse en alguna escena de una película que les guste mucho (puede ser también al azar, la primera peli que encuentren cuando prendan la tele o inicien Netflix)
-Mírenla con atención, varias veces si quieren.
-Pongan pausa, tomen un cuaderno y traten de contar -con sus palabras- qué vieron con la mayor cantidad de detalles.
Resultado: encontrarán que en esta pequeña tarea se presenta la potencia de la escritura.
Según Julio Cortázar, escritor argentino que pensó la relación existente entre el cine y la literatura: “La novela y el cuento se dejan comparar analógicamente con el cine y la fotografía, en la medida en que una película es en principio un ‘orden abierto’, novelesco, mientras que una fotografía lograda presupone una ceñida limitación previa, impuesta en parte por el reducido campo que abarca la cámara y por la forma en que el fotógrafo utiliza estéticamente esa limitación.”
El pasaje del libro al cine
Resulta interesante notar qué similitudes y cambios existen al llevar una historia desde la literatura al cine, porque, como decíamos, los recursos que se usan en un modo de contar no son posibles para otro. En ese pasaje, el desafío del cine siempre es hacer surgir algo nuevo.
Como ejemplo de este pasaje del libro a las películas, podemos mencionar el libro del escritor argentino Sergio Bizzio, Chicos. Se trata de un volumen de cuentos donde las niñeces y adolescencias son protagonistas. Dos de estas historias fueron llevadas al cine:
-Cinismo, el cuento de Bizzio, fue adaptado a la pantalla grande con el título XXY (2007). La película dirigida por Lucía Puenzo trata acerca de Alex, una chica de 15 años que está en búsqueda de su sexualidad, y transcurre durante unas breves vacaciones en Piriápolis, Uruguay.
-Un amor para toda la vida, otro cuento de Bizzio, se convirtió en la película Un amor (2011), dirigida por Paula Hernández. “Un amor” narra la historia de Lisa, quien regresa al pueblo de su infancia después de 30 años y se reencuentra con Lalo y Bruno, dos amigos que habían estado enamorados de ella.
Si vieron alguna de las dos películas, les recomiendo leer los cuentos y hacer ese ejercicio de identificar las continuidades y rupturas entre ambas formas de contar.