Por Rocío Cortina
Una mujer joven vuelve al pueblo donde creció, en el sur argentino, con una misión: arrojar al río las cenizas de su mejor amiga, fallecida cinco años atrás. Así empieza Agosto, una novela de la autora argentina Romina Paula (Entropía, 2009). Y así empieza también la película basada en la novela, La muerte no existe y el amor tampoco.
El objetivo de este texto no es responder la pregunta «¿Te gustó más la peli o el libro?», sino pasear por las dos obras y también por el barrio del medio, donde sucede la transposición de una novela al cine.
Agosto, la novela
El uso de la segunda persona es la primera cuestión que se destaca en la novela. Emilia, narradora de esta historia, le escribe una carta a Andrea, su amiga muerta. A lo largo de este texto epistolar construye una presencia en ausencia.
El asunto de las cenizas es un disparador para el inicio de un viaje donde Emilia se reencuentra con su ex novio, con su padre, con personas que la vieron crecer y partir a Buenos Aires en busca de otro futuro, y con el recuerdo del abandono de su madre. La novela es, entonces, un viaje hacia varios duelos.
Durante su estadía en el pueblo, Emilia se hospeda en la casa de los padres de su amiga y habita su cuarto, todavía anclado en el tiempo adolescente. Flotan olores, objetos, ropa, y sobresale la compañía de Ali, la gata de la casa.
En esos primeros días de confusión entre pasado y presente, hay una escena que sintetiza algo del significado de la amistad entre mujeres, tema central de Agosto, y que está entre mis preferidas:
Emilia encuentra escritos de Andrea en un cajón, pensamientos y sentimientos bajados al papel, a mano. Se extraña y se pone un poco celosa: no sabía que su amiga escribiera en ese tono, no conocía de su angustia ni de su severidad consigo misma. Emilia advierte que, si bien eran inseparables, no lo sabía todo de Andrea. Y lo escribe en esta nueva carta, alegre al fin de esa amistad incompleta.
La autora sigue jugando a esa presencia en ausencia que le permite la segunda persona y deja mucho para pensar acerca de las formas del amor, que superan desde siempre a la concepción romántica.
La muerte no existe, la película
La transposición fílmica implica la reelaboración del texto literario. Esta idea permite considerar que las obras -novela y película, en este caso- son autónomas entre sí. Eso sucede en La muerte no existe y el amor tampoco, donde si bien existe fidelidad en el guión, hay una interpretación de la novela.
Así lo explicaba Fernando Salem, el director del film, tras la función de un sábado en el Malba: «La obra audiovisual es complementaria al libro, y no es solo una transposición del libro, sino una mirada como varón de una obra de Romina, a quien respeto mucho.”
La idea inicial del director era trabajar el guión junto con Paula, sin embargo ella prefirió apartarse porque su trabajo ya estaba hecho en la novela: «Le parecía mejor que hiciéramos una interpretación de su texto. Al principio nos desorientó, yo me sentía muy confiado con el talento de ella al lado, pero fue un beneficio porque me pude acercar a una idea de amor y de duelo más propias, basándome en la novela.»
De todos modos, Paula leyó el guión, ya que además interpreta a un personaje en la película, es la hermana de Andrea.
Y el amor tampoco
Una de las decisiones centrales que se advierte en el pasaje de la novela a película es que en el film aparece Andrea (interpretada por Justina Bustos). Aunque sin voz, comparte escenas cómplices con Emilia (Antonella Saldicco) durante su estadía en el pueblo.
«Romina lo pensó bastante y nos confesó que le parecía una buenísima idea», advierte Salem.
Al mismo tiempo, el director plantea que la dificultad más lógica fue reemplazar los diálogos que Paula construye en su texto por otros recursos del lenguaje cinematográfico.
«Era tentador citar diálogos literales que son muy bellos, pero las cosas hay que mostrarlas en acción. No podía partir de ahí porque tengo más herramientas: visuales, compositivas, musicales, interpretativas… Hubiese sido empobrecer todo, hacer una ilustración en movimiento del libro».
Otro de los temas no menores es el cambio del título, que remite a todas las formas del amor sobre las que hace foco esta historia. La amistad, la paternidad y la maternidad, la pareja y la familia se ponen en cuestión en esta película: «A medida que nos alejamos del libro, crecía más el proyecto audiovisual», completa Salem.