El vínculo entre la palabra y el cuerpo, los juegos con la escritura en la infancia, las experiencias dando talleres, la literatura y su relación con otras artes. Todas estas cuestiones profundiza Gabriela Bejerman en El libro de escribir, publicado durante este 2022 por la editorial Rosa Iceberg.
Se trata de un volumen compuesto principalmente por consignas de escritura que la autora implementó a lo largo de los años en sus talleres. Sin embargo, no es un libro que se queda solo en instrucciones o recetas, porque Bejerman vuelca ahí recuerdos de docencia, anécdotas con alumnos y alumnas, búsquedas con la propia palabra
“Como si de la cabeza largáramos trenzas, como si las palabras se encendieran hipnóticas, tangibles. Bailemos. Que las oraciones sean moldes esponjosos donde macerar frutos, ramaje viejo y alto deseo. ¿Cuál es la felicidad de escribir? Flotar por encima de todo temor”, escribe Bejerman, que además de ser narradora, es poeta.
En Mujeres que escriben, uno de los grupos que coordino, nos animamos a jugar con algunos de los disparadores de El libro de escribir. Nos entusiasmaron, sin dudas nos llevaron a poner sobre el papel unas cuantas líneas. Por eso tuve ganas de entrevistar a su autora y seguir charlando sobre el arte de escribir.
¿En qué crees que ayudan las consignas de escritura durante los procesos creativos?
Las consignas ayudan a quitar el peso de qué voy a hacer en este espacio que es la literatura. Entonces sigo una orden que es ajena y me desentiendo de mis propias órdenes, mis propios objetivos, limitaciones, expectativas, presiones, juicios. Entro en un juego ajeno y lo hago como si no me importara. Y cuando aflojo ese “me importara” ocurre la magia de que escribo lo que tenía para hacer o decir, y sale lo que quería salir sin ese ojo con anteojos que dice “hacelo bien”.
¿Qué pensás sobre el dilema de si se puede enseñar a escribir o no?
Todes sabemos escribir. Lo que ayudan a hacer los talleres es a alivianar la idea de que estamos escribiendo. Creo que sobre todo es dejar de creer en la literatura. Desliteraturizar. La escritura va a ocurrir por sí misma sin que salgamos a buscarla. Lo mejor que puede pasar en un taller de escritura es que aparezca por sí misma la escritura que está latente, por dentro, y no ir a buscar afuera siguiendo alguna idea muy endurecida de qué es la literatura, o incluso ideas ajenas de lo que es escribir bien. Y es verdad que también hay que orientar a quienes quieran escribir para que potencien sus propios defectos. Los defectos son nuestras virtudes si creemos en ellos. Es como si dijeras: escribí mal a fondo. Y ahí vas a escribir bien. Pero si querés escribir bien y lo hacés torpemente, no va a tener onda, no va a funcionar, no te va a interesar a vos ni a quien lea.
¿Hiciste vos misma estas consignas, escribiste a partir de ellas?
Hacer estas consignas significó escribir estas consignas. Yo tenía la idea de escribir mis propias consignas, y me di cuenta de que hacer eso era escribir este libro en donde voy mezclando recuerdos, anécdotas, secuencias, historias de emociones historias del cuerpo que viví y que me atravesaron a través de la escritura de estas consignas que sirven para otres.
Texto: Rocío Cortina