Por Anabela Tamagna
Ir en busca de desniveles asumiendo que nunca se nivelarán. Andar por la vida permitiendo imposibles, censurando sentimientos, anulando malestares. Caminar en sentido contrario al que marcan las flechas. Mirar por la ventanilla del colectivo y callar. El auto que se cruza, el semáforo rojo, el tipo de enfrente muerto de miedo, el pibe de al lado muerto de hambre. La señora sostenida por el carrito de compras y el semáforo en verde que le muestra el paso de los años. La casa venida abajo. Desesperación.
Conversar con el que nunca escucha. Escuchar a quien no habla. Bailar delante de un ciego. Apoyar la cabeza en la ventana y pensar en aquel que no puede demostrar su pasión porque se le secaron los gestos. La juventud que se fue. La niña de mirada transparente sonriendo. Recordar que alguna vez nosotros también…
Buscar y buscar. El colectivo que acelera. El hombre sentado en la puerta de la verdulería pensando, tal vez, cómo pagar las cuentas. El grupo de pibas que se niega a cruzar la calle a pesar de los gritos de su madre. El bebé cómodo en su cochecito y una que quisiera volver a esos tiempos. Vos. Te aparecés vos. El perro que mueve la cola ante su dueño. Una que mueve el alma ante un ser querido. El colectivo que no para de llenarse. Ochenta veces más. Dolor de cuerpo y de espíritu. No puedo creer que la lluvia se haya quedado sin voz. Porque vos no sabés, pero el otro día la abuela se tambaleó en el colectivo lleno hasta el techo de orejas, y no se cayó.
Sentir miradas que culpan de antemano. El amor como metáfora de nada. La hoja en blanco. Otra vez vos. Las calles llenas de gente. Las veredas vacías de almas. La nena ríe a carcajadas esta vez. Las miradas imploran silencios malparidos. Callar de nuevo. La mujer que camina lentamente buscando un destino que se fue. Tarde. La madre que lleva a su hijo en brazos tapándolo del sol, del aire, de ella misma. Porque vos sabés que se puede lastimar al más querido. Otra vez nosotros. Cansancio. Saturación.
Capturar momentos. Fotografías. Imágenes imborrables. El recuerdo. La ignorancia mutua. Nostalgia. Melancolía. Los ojos azules, verdes, negros, marrones tuyos que me juzgan y me perdonan y me vuelven a juzgar. Las miradas limpias, sin dobleces. Las nubes que tapan el cielo para que una no suponga que es siempre igual. Otra vez vos.
Descubrir la vida como un verbo infinito. Descubrir que la muerte deambula por lugares insospechados. Acá. Allá. Precaución: aguas contaminadas, camino de ripio. Blanco, negro. La vida que bate a duelo a la muerte constantemente. La tristeza que aplasta. La alegría que levanta. Nacer. Felicidad. La lluvia que moja pero no limpia. La vida. El sol que quema. Tu sonrisa que se resiste a desaparecer. El bien y el mal. El querer. Los árboles que dan sombra. Tu sombra que no quiere ser descubierta. El amor que impulsa hacia lo más profundo. Gente que corre.
Colgar la ropa de la soga para que se seque. Colgarnos de la vida para no secarnos. Otra vez vos. Y vos. Y yo. Mirar para todos lados en busca de un centro estable. Comprender. La pareja que camina feliz de la mano, olvidándose del mundo. La otra que no se mira y se olvidó de sí misma. El fin. Quien busca desesperadamente un lugar, como si lo hubiera. El colectivo lleno. Nosotros, repletos. Las flechas que indican el camino contrario. Los desniveles. El equilibrio. El loco que canta sin importar lo que digan. Otra vez la voz de quien juzga. Superposición de sentires. Anormalidades cotidianas. Mi cara sucia, la tuya limpia. A veces, al revés. Tus ojos. Los míos. Parpadeo.
Morir de vez en cuando para que no se nos haga costumbre tanta vida. El perro que se acerca al gato. El gato que lo rasguña. Vivir cada tanto para no acostumbrarnos a la muerte. Caminar contra toda voluntad. Seguir por donde no hay camino. Marearse de tanta vuelta en espiral. Darse cuenta del giro radical. Otra vez vos con tu flecha para que vuelva al punto de partida. Vos pidiéndome que vuelva atrás. Ahí donde vos no estás porque estás acá. Ahí donde no estarás cuando yo decida no volver. Exactamente ahí donde yo ya no estoy.
Excelente, blanco o negro? A mí me gustan los grises!
Felicitaciones un texto increíblemente descriptivo, me trasladó a una tarde de invierno dónde el mundo gira sin saberlo.