Melina Pogorelsky (Buenos Aires, 1979) es autora de libros para niños y adolescentes, y brinda talleres de escritura en el espacio Rato Libro. Entre algunos de sus títulos están “Una ciudad mentirosa y otras poesías de varias cosas”, “Roque y Bigote”, “Como una película en pausa” y “Si te morís, te mato”. En este último libro, que escribió en coautoría con Grisel Estayno, se narra una conversación entre dos amigas que están separadas por el Océano Atlántico.
Pero además, en 2020 Melina publicó su primera novela para adultos. “Subacuática” (Odelia Editora), cuenta la historia de Pablo, un hombre que acaba de quedarse viudo y se enfrenta a la crianza de su hija Lola.
Sobre cómo es moverse entre estos dos mundos de escritura y qué la llevó a inmiscuirse en la literatura infantil y juvenil (LIJ), Melina nos cuenta en esta entrevista.
¿Por qué te interesa la literatura infantil y juvenil?
Fusiona dos partes que me forman. La literatura y el vínculo con chicos y adolescentes. Soy docente y comencé a trabajar cuando era muy joven. Por eso me relacioné como lectora con los libros de literatura infantil y juvenil toda la vida. Cuando comencé a escribir me resultó muy natural hacerlo para ese público. Era maestra y compartía con mis alumnos algunas cosas. A veces me hacían encargos o me contaban sueños para que yo escribiera. Uno de los espacios en los cuales me formé fue el taller de Graciela Repún, una escritora de LIJ genial. A nivel más general, me interesa porque creo que es necesario que los chicos y chicas tengan acceso a los libros y oportunidades para explorar distintos materiales, autores, estilos y descubrirse como lectores. Este camino comienza en la infancia. Si es antes, de bebés, mejor.
¿Qué diferencias encontrás cuando escribís para chicos, chicas y adolescentes y cuando lo hacés para adultos?
Son más las cosas que encuentro en común que las diferencias, y me cuesta ponerlas en palabras. Diría que hay algo del tono, del interés por la historia que quiero contar y de cómo se construyen los personajes, que determinan si una historia es para chicos, adolescentes o adultos. El trabajo con las palabras, la búsqueda del narrador… Hay unos movimientos por esas zonas, pero de un modo bastante orgánico. Las mismas historias te van llevando a distintos procesos. No creo que la diferencia esté en los temas. Por dar un ejemplo, sobre un mismo tema, el duelo, escribí un libro para chicos pequeños llamado “Duele”, “Radiografía del instante” que es un cuento para jóvenes y “Subacuática”, una novela para adultos.
¿Qué pensás de esa frase que se repite «los chicos de ahora no leen»?
La escucho hace muchísimos años. En cada época hay adultos que aseguran que los chicos de ahora no leen. Nadie está obligado a disfrutar de la lectura. Hay chicos que adoran leer y no les interesa tocar una pelota; hay chicos a quienes les encanta dibujar y no se enganchan con un libro. Hay otros a quienes les gusta todo. Lo que sí creo es que no deberían faltar oportunidades. Muchas veces decimos de un chico que no lee y lo que ocurre es que aún no se cruzó con el libro que le funciona como llave y le abre a otros. Cuando un chico o una chica descubre algo que lo conmueve, le divierte, o lo engancha de un libro (ya sea por el autor, por el estilo, el tono, las ilustraciones o el género) hay altas chances de que quiera seguir leyendo y busque en otros libros eso que le funcionó.
Supongo que hay una creencia de que el acceso a las tecnologías hace que lean menos. No soy especialista en el tema, pero cada vez que entro a una librería veo la mesa de juveniles llena de adolescentes comentando sagas y bastó con recorrer la Feria del Libro y ver el lugar que ocupaban los stand infantiles y juveniles. Eran un montón y siempre llenos. En mis talleres en Rato Libro tengo el privilegio de tratar a diario con chicos, chicas y adolescentes ultra lectores. No podría afirmar jamás que los chicos no leen.
Texto: Rocío Cortina